Los inseparables

Sencillo y con un cierto toque tierno.
“2 de agosto de 1914 – En la plaza del pueblo, un grupo de amigos inseparables contemplan incrédulos la orden de Movilización General expuesta en el tablón de anuncios del Ayuntamiento. Desde hace semanas, la lectura de la prensa resultaba ya ciertamente inquietante, pero no por ello este anuncio ha dejado de sorprender a todos. Sin tener la menor idea del infierno que les espera, estos amigos juran permanecer unidos frente a cualquier adversidad y así poder regresar todos juntos a su hogar. Desgraciadamente, la dura realidad a la que se enfrentarán superará con creces al peor de sus temores”

Este juego, que se llama “Les Poilus” en la versión original (poilu era el apelativo informal para los soldados de infantería francesa de la 1ª Guerra Mundial) es un juego cooperativo en el que los jugadores tienen que sumar fuerzas para sobrevivir a la Gran Guerra y llegar vivos al armisticio antes de que las trincheras acaben con su moral.
Para 2 a 5 jugadores, el juego se compone fundamentalmente de cartas, que contienen amenazas heridas, y que los jugadores están obligados a jugar sobre sí mismos para poder cumplir con las misiones, pues de lo contrario la mora se les termina y fracasarán todos.
Para ello, al empezar se componen dos mazos: el de adversidad y el de moral. El objetivo es agotar el mazo de adversidad antes de que se termine el de moral, y esto se hace por medio de las misiones. Al comenzar la misión, el líder de misión (cargo que es rotatorio) decide la intensidad de la misma, y reparte entre los jugadores tantas cartas de adversidad como estime oportuno. Esto va de agotar ese mazo, así que no puede ser tan sencillo, por lo que además de agotarse, los jugadores tienen que quedarse sin cartas en la mano.
Por tanto, los jugadores tendrán un número variable de cartas en la mano (es importante el equilibrio, pues si tienen demasiadas no podrán hacer frente a ellas y si tienen pocas, el mazo de adversidad no avanza) y en su turno tendrán varias acciones:
Jugar una carta. Puede ser de amenaza, con lo que se suma a la zona central (tierra de nadie) o de heridas. Si alguien tiene 4 heridas puede morir, y si alguien muere, todos pierden. Además, las heridas suelen incluir desventajas, que lastran al jugador. Las amenazas, en cambio, en el momento que haya 3 iguales de un tipo, la misión fracasa. Hay nieve, lluvia, noche, obuses, gas y asaltos enemigos (silbatos), teniendo cada carta dos o tres símbolos de amenaza.
Dar un discurso: Hay unas fichas de discurso inspirador, limitadas, pero que cada misión se gana una, y que permite que los otros jugadores descarten un tipo de amenaza. Por ejemplo, si dice “no tengáis miedo de la lluvia”, cada uno de los demás jugadores (no el que ha hecho el discurso) puede descartar una carta de su mano que tenga el icono lluvia.
Usar el amuleto: Cada personaje tiene un símbolo, que representa su amuleto y se corresponde con una de las 6 amenazas. Puede dar la vuelta a su carta y eliminar de tierra de nadie una carta que tenga esa amenaza.
Replegarse: El jugador sale de la misión y pone en secreto una ficha de apoyo, en beneficio de otro jugador. Esto es importante, pues el jugador que más apoyos reciba puede quitarse heridas, y si hay empate, nadie puede hacerlo, de modo que hay que tratar de intuir las acciones de los compañeros.
Basados en personas reales.
La misión tiene éxito si todos los jugadores se repliegan (en cuyo caso las cartas de amenaza jugadas se van de juego) o fracasa si hay una amenaza repetida tres veces (las cartas de tierra de nadie van al mazo de adversidad). Tras hacer eso, se miran los apoyos y se cuentan las cartas en la mano, y se pasan del mazo de moral al mazo de adversidad tantas cartas como cartas sumen los jugadores (por lo que empezar replegándose es fácil, pero no sirve de nada), y en el momento en que se terminen las cartas del mazo de moral, los jugadores han perdido. También pierden si después de calcular los apoyos alguno de ellos tiene 4 o más heridas.
El juego tiene el aliciente de ser cooperativo y resulta bastante difícil (ya en el modo que sugiere para novatos nos ha costado ganar), y las partidas no son de una duración muy larga (en torno a media hora), lo que hace de este juego una buena opción para rellenar el rato entre partida y partida. Además, cuenta con un detalle que me ha enamorado, y es que según cuentan las instrucciones, los personajes jugables están basados en soldados reales de la guerra, más concretamente los abuelos de algunos de los diseñadores del juego, lo que lo convierte en un entrañable homenaje a ellos.
Por Jokin

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