¡Pingüinos!

Coleccionando pescado fresco.

Ahora que todavía es invierno aprovecharé para reseñar un juego de mesa que nos lleva a la Antártida, para ponernos en el pelaje de unos voraces pingüinos, que se quieren poner las botas comiendo pescado. Un juego sencillo, fácil de aprender y rápido de jugar, con el potencial para picarse y jugar varias partidas seguidas.

El tablero se compone de varias losetas hexagonales, que contienen 1, 2 o 3 peces, y se irán colocando para formar una isla más o menos homogénea. 

Despliegue a 4 jugadores.

Hecho el mapa, los jugadores van poniendo, por orden, pingüinos en las casillas que quieran que estén libres y tengan solo un pez. Dependiendo de cuántos sean, pondrán más o menos jugadores (a dos son cuatro por jugador, a tres son tres y a cuatro son dos). Hecho eso, se empieza.

Cada jugador en su turno puede mover cualquiera de sus pingüinos, en línea recta, tantas casillas como quiera, pero no puede atravesar huecos ni pingüinos (sean ajenos o propios). Recoge la casilla de la qe ha salido y se la queda, añadiéndola a su reserva.

Así, se irán alternando los turnos hasta que ningún pingüino tenga movimientos posibles o se hayan quedado todos aislados, sin posibilidad de interferir unos con otros, en cuyo caso cada jugador se llevará los puntos de sus “islas” (aunque tiene que poder hacerlo sin dividir la isla) y se pasará a ver quién ha ganado.

Rojo, azul y amarillo podrían quedarse con todas sus islas, pero el azul tendría que elegir uno de los lados.

La parte de contar los puntos es muy sencilla: se cuentan los peces, que no las losetas, y el que tenga más peces capturados, ha ganado la partida. 

¿Jugamos otra?

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